domingo, 7 de julio de 2013

Cuento: ¿Qué hablamos los abanquinos?

Muy buena lectura de una autora joven de nuestra localidad:


¿QUÉ HABLAMOS LOS ABANQUINOS?

Descansaba tranquilamente, con sus ojos entreabiertos, escuchando los primeros cantos del gallo, la dulce voz de los pajaritos,  los patos que parpan, las gallinas cacareando, las vacas mugiendo y  los burros rebuznando. Pero como siempre,  esperaba ese grito desesperado de su madre, que le hacía abrir los ojos cual gacela asustada; llamándola a viva voz “Sora, Sora, ¡Soray, el agua, el agua! ¡Apresúrate que el sol ya viene, vamos, levántate y tráeme el agua!.
Zoraida,  se levantó con gemido brusco, saludó a su madre, cogió el mismo balde de siempre y se fue rumbo al rio “Chamalazo” (que se encontraba debajo de su casa). Ella, de piel morena y tersa, joven aún, pensó en refrescarse un rato, pues empezaba la estación más esperada, del tiempo de alegría, donde el agua refrescaba el cuerpo de los jóvenes y adultos. Como dirían nuestras autoridades: Iniciaba ¡Nuestro Carnaval Abanquino, Patrimonio Cultural del Perú¡
Al llegar al rio, todo era silencio infinito, dudó en sus pensamientos pues no era lo de siempre mas sin tomar importancia, fue a recoger el preciado elemento y entonces cayéronle baldes y baldes de agua, y al unísono se oyeron carcajadas de sus amigos, con sus “porongos”, diciendo; “carnavales Zoraida, carnavales”.
Aquel momento fue tan emocionante,  jugar, mojarse, compartir y con ese calor del día, Checcasa (lugar de los hechos) se llenaba de la alegría Abanquina y Apurimeña.
Pensé así se juega el carnaval Abanquino en el campo, con baldes de agua pura, cristalina y natural que vienen de los ríos y manantiales. No como en la ciudad mezclado con brea u otros tintes, con los globos  que contaminan el medio ambiente y la brusca tosquedad de los jóvenes que ya no respetan. Pero… que tan lindo jugaban antes nuestros padres, pensando en la alegría del carnaval.
Después de esa alegría, todo empapada de agua Zoraida volvió a su casa con los baldes de agua que le había encargado su madre pero al llegar a la puerta de su casa se sorprendió al ver a sus padres vestidos con el tradicional conjunto Abanquino, ¡Qué emoción! Pensó ella. No es un disfraz  me repetí mil veces, pues es nuestra costumbre, nuestro sello abanquino.  Así vestíamos en el pasado colonial. ¡Qué belleza de mujer!, eran las abanquinas con garbo.
Su madre, una mujer humilde, alegre y trabajadora, vestía una blusa blanca,  lliclla de color rojo,  pollera iluminada con sus blancos encajes y sus distinguidos botines negros de cuero puro, y no le faltaba el simbólico sombrero blanco con una cinta negra que caracteriza la muerte  de nuestra heroína Micaela Bastidas.
Su padre, un hombre sencillo y trabajador, lucía  con orgullo una camisa blanca, un pantalón reluciente de color negro,  sus zapatos  de cuero y... cómo no faltar  ¡el poncho  de Nogal¡ de nogal, me repetí a mis adentros…
Zoraida  se quedó muda sin decir ni una palabra, al ver a sus padres vestidos elegantemente con el traje de su tierra… Ella se ensimismó en sus pensamientos. De pronto oyó a su madre: “hija, vámonos, vámonos.
-       ¡Qué te sucede¡ se nos hace tarde, debemos llegar a tiempo al Festival. Apresúrate,  ¡Rápido! ,¡Alístate!, - recalcó muchas veces mi madre.
-       ¿Queeè?...ya, ya - dijo Zoraida y se fue pensativa a cambiarse de ropa.

Todos salieron de su humilde y pequeño hogar. Los padres muy apresurados, estaban adelante mientras que Zoraida iba un poco atrás pensando en lo que ocurriría en el Festival que se realizaba en el lugar. De pronto, un sonido alegre la sacó de sus pensamientos y motivó a su cuerpo a moverse al son y compás de las quitarras, las quenas y los tradicionales instrumentos andinos…era nuestro carnaval, nuestra música, alegre y coqueta como siempre.

Allí, la alegría y emoción se mezclan con las tradicionales comparsas, allí los abanquinos y abanquinas entonamos nuestros cantos, sentimientos profundos, allí nuestras polleras y ponchos se entremezclan con mucho garbo. Es el Festival, el pasacalle abanquino, nuestra fiesta.
De pronto salió de sus pensamientos y observó a sus padres bailando y entonando al son del compás.  Su padre con mucho ritmo gritaba a voz en cuello:
-       “Inti, inti, inti, inti, Abancay y Apurímac para ti va dedicado este mi carnavalito (haciendo caer gotas de su traguito). Luego su madre acompañaba:
-       “Tayta Abancay, venimos a saludarte en este tu gran día, todos tus hijos Abanquinos”.
Se escucharon muchos plausos e inició un contra punto entre sus padres que  cantaban en quechua, nuestra lengua indígena, esa lengua que muchos tratan de olvidar, esa lengua que las amigas nos hacían avergonzar pero que yo sabía que nos identifica como peruanos, apurimeños y abanquinos.
Yau yau, puca polleracha (bis)
Imatan ruhuanqui chaqyay ucupi
Aichata ruhuanqui saray ocupi.
Mamayquimasi Huillaycamusaq
taitayquimansi huillaycamusaq
saray ujupi ruasqaiquita.
saray ujupi Qoospasqaiquita.
Y luego su padre:
Abanquinita color de la luna,
abanquinita, color de la perla,
ojitos negros, nariz perfilada,
cara redonda lunarejita.
Zoraida se dijo en sí misma:”Ellos son mis padres y canta en quechua sin vergüenza” pero al observar por sus alrededores, a algunos jóvenes que  se reían y murmuraban diciendo -  “oye - ¿Qué está diciendo?… ¿has entendido? jajajaja…. Comprendí en ese momento que  nadie respeta nuestro idioma ancestral, peor aún nosotros los jóvenes desconocemos el valor que tiene y pensamos en aprender el inglés, el chino mandarín u otras lenguas antes que nuestra propia lengua milenaria. Qué pena, me dije a mis adentros. Y seguí pensando ¿pero… que sucede en nuestra tierra?...Quizá nos globalizamos demasiado o seguimos esa “diversidad” y para nosotros es algo natural  y no lo tomamos como una ley  si no como un  privilegio.
Cuando hubo terminado de razonar sus padres ya habían bajado del escenario. Zoraida, orgullosa de ellos los fue a abrazar y juntos se fueron a degustar entre los diferentes platos típicos que prepararon las paisanas del lugar. Era increíble la gama de platos típicos del lugar, gracias a la diversidad. Pudimos encontrar: el timpus, los pucheros, los tamales, choclo con queso, mazamorra de quinua, mazamorra de tuna, tallarín de casa con su rocoto, entre otros más tradicionales.
Luego empezó la  YUNZA ¡Qué hermosos árbol¡. Ese árbol que era muy diferente al de la ciudad, estaba vestido de peras, tunas, manzanas duraznos,  de capulíes,  nísperos, aguaymantos, entre otros…, ASI ERA SU ARBOL, LLENO DE LAS FRUTAS, CAMPESTRES¡¡¡.
Todos empezaron a bailar, Zoraida no pudo aguantar mover el cuerpo con su tierra de Abancay y se metió a la ronda,  todos mostrando mímicas y gestos con sus brazos moviendo las polleras de un lado a otro y…, ese zapateo, muy diferente a los demás y todos al compás de los tradicionales instrumentos, saliendo polvo de la tierra y los botines polvorientos de tanto zapatear.  ¡Eso si es realmente festejar  los carnavales tradicionales de la tierra de  Abancay, tierra Primaveral.
Después de esa alegría, alguien dio el aviso de que se acercaran al lugar llamado el morro. Zoraida y su madre corrieron al lugar y al llegar escucharon…tres,  dos, uno…!ya!,
Y salieron  como cohetes seis caballos, con sus monturas y cinturones,  y encima de ellos varios hombres, y Zoraida dio un grito de emoción:… era su papá ¡Papá!, ¡Papá! ¡Gana la carrera!. Y todos gritaban para que gane su favorito. ¡Realmente en el campo la gente se llena de alegría completa …., gritando, riendo , bailando.
En ese momento, una autoridad muy elegante hablo: “Así, como nos hacemos llamar Abanquinos Piquisiquis, pues actuamos como tal, que nos pique las pulgas…. ya saben dónde (todos rieron) y estemos inquietos por hacer algo de valor por nuestra tierra”. Cuidemos nuestros ríos , nuestros árboles. Papachas ¡no talen!, Mamachas, ¡no quemen! Tengamos limpios, nuestros bosques ¡ .
Zoraida  quien escucha muy atentamente, se puso a gritar: “tierra amada ¡Apurimac! ¡Abancay! Te llevo en mi pecho con un gran respeto, y amor”, y prosiguió hablando:
-       “Director, autoridades y Abanquinos ¿Qué estamos haciendo, siempre es lo mismo? “…, costumbres y tradiciones… Pero ¿qué pasa? con nuestras costumbres?  ¡Dónde está nuestra diversidad turística, nuestros patrimonios culturales, ganaderos y mineros! ¿hacemos algo por preservarlos?

En eso pensé: “Nuestro tayta cerro de Quisapata, cuando quieren lo queman, talan los arboles. Y entonces ¿QUÉ HABLAMOS LOS ABANQUINOS?  Si somos  nosotros los que quemamos y matamos nuestro patrimonio cultural y nuestra  diversidad. ¿Conocemos los jóvenes nuestra historia? ¿Respetamos nuestras costumbres?...y entonces “¿Qué hablamos los abanquinos? Si no respetamos nuestras tradiciones y costumbres.

K'antu

2 comentarios:

  1. Buen cuento, sacado de lo que realmente pasa en nuestra ciudad. De qué hablamos los abanquinos, si no respetamos nuestro medio ambiente???...
    , sin embargo, tenemos en Abancay, buenos futuros Compositores. Felicitaciones a K'antu

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  2. ESTE CUENTO ES DE UNA DE MIS ALUMNAS DEL COLEGIO SANTA ROSA, ESCRITO CUANDO ELLA ESTABA EN SEGUNDO DE SECUNDARIA, HOY SE ENCUENTRA CURSANDO EL CUARTO DE SECUNDARIA EN EL COLEGIO DE PRESIDENTE DEL PERU. SALUDOS PARA ELLA..

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