Muy buena lectura de una autora joven de nuestra localidad:
¿QUÉ HABLAMOS LOS ABANQUINOS?
Descansaba
tranquilamente, con sus ojos entreabiertos, escuchando los primeros cantos del
gallo, la dulce voz de los pajaritos,
los patos que parpan, las gallinas cacareando, las vacas mugiendo y los burros rebuznando. Pero como siempre, esperaba ese grito desesperado de su madre,
que le hacía abrir los ojos cual gacela asustada; llamándola a viva voz “Sora,
Sora, ¡Soray, el agua, el agua! ¡Apresúrate que el sol ya viene, vamos, levántate
y tráeme el agua!.
Zoraida,
se levantó con gemido brusco, saludó a
su madre, cogió el mismo balde de siempre y se fue rumbo al rio “Chamalazo” (que
se encontraba debajo de su casa). Ella, de piel morena y tersa, joven aún,
pensó en refrescarse un rato, pues empezaba la estación más esperada, del
tiempo de alegría, donde el agua refrescaba el cuerpo de los jóvenes y adultos.
Como dirían nuestras autoridades: Iniciaba ¡Nuestro Carnaval Abanquino,
Patrimonio Cultural del Perú¡
Al
llegar al rio, todo era silencio infinito, dudó en sus pensamientos pues no era
lo de siempre mas sin tomar importancia, fue a recoger el preciado elemento y
entonces cayéronle baldes y baldes de agua, y al unísono se oyeron carcajadas
de sus amigos, con sus “porongos”, diciendo; “carnavales Zoraida, carnavales”.
Aquel
momento fue tan emocionante, jugar, mojarse,
compartir y con ese calor del día, Checcasa (lugar de los hechos) se llenaba de
la alegría Abanquina y Apurimeña.
Pensé
así se juega el carnaval Abanquino en el campo, con baldes de agua pura,
cristalina y natural que vienen de los ríos y manantiales. No como en la ciudad
mezclado con brea u otros tintes, con los globos que contaminan el medio ambiente y la brusca
tosquedad de los jóvenes que ya no respetan. Pero… que tan lindo jugaban antes
nuestros padres, pensando en la alegría del carnaval.
Después
de esa alegría, todo empapada de agua Zoraida volvió a su casa con los baldes
de agua que le había encargado su madre pero al llegar a la puerta de su casa
se sorprendió al ver a sus padres vestidos con el tradicional conjunto
Abanquino, ¡Qué emoción! Pensó ella. No es un disfraz me repetí mil veces, pues es nuestra
costumbre, nuestro sello abanquino. Así
vestíamos en el pasado colonial. ¡Qué belleza de mujer!, eran las abanquinas
con garbo.
Su
madre, una mujer humilde, alegre y trabajadora, vestía una blusa blanca, lliclla de color rojo, pollera iluminada con sus blancos encajes y
sus distinguidos botines negros de cuero puro, y no le faltaba el simbólico
sombrero blanco con una cinta negra que caracteriza la muerte de nuestra heroína Micaela Bastidas.
Su
padre, un hombre sencillo y trabajador, lucía
con orgullo una camisa blanca, un pantalón reluciente de color negro, sus zapatos
de cuero y... cómo no faltar ¡el
poncho de Nogal¡ de nogal, me repetí a
mis adentros…
Zoraida se quedó muda sin decir ni una palabra, al
ver a sus padres vestidos elegantemente con el traje de su tierra… Ella se
ensimismó en sus pensamientos. De pronto oyó a su madre: “hija, vámonos, vámonos.
- ¡Qué
te sucede¡ se nos hace tarde, debemos llegar a tiempo al Festival. Apresúrate, ¡Rápido! ,¡Alístate!, - recalcó muchas veces
mi madre.
- ¿Queeè?...ya,
ya - dijo Zoraida y se fue pensativa a cambiarse de ropa.
Todos salieron de su humilde y pequeño
hogar. Los padres muy apresurados, estaban adelante mientras que Zoraida iba un
poco atrás pensando en lo que ocurriría en el Festival que se realizaba en el
lugar. De pronto, un sonido alegre la sacó de sus pensamientos y motivó a su cuerpo
a moverse al son y compás de las quitarras, las quenas y los tradicionales
instrumentos andinos…era nuestro carnaval, nuestra música, alegre y coqueta
como siempre.
Allí, la alegría y emoción se mezclan
con las tradicionales comparsas, allí los abanquinos y abanquinas entonamos
nuestros cantos, sentimientos profundos, allí nuestras polleras y ponchos se
entremezclan con mucho garbo. Es el Festival, el pasacalle abanquino, nuestra
fiesta.
De pronto salió de sus pensamientos y
observó a sus padres bailando y entonando al son del compás. Su padre con mucho ritmo gritaba a voz en
cuello:
- “Inti,
inti, inti, inti, Abancay y Apurímac para ti va dedicado este mi carnavalito (haciendo
caer gotas de su traguito). Luego su madre acompañaba:
- “Tayta
Abancay, venimos a saludarte en este tu gran día, todos tus hijos Abanquinos”.
Se
escucharon muchos plausos e inició un contra punto entre sus padres que cantaban en quechua, nuestra lengua indígena,
esa lengua que muchos tratan de olvidar, esa lengua que las amigas nos hacían avergonzar
pero que yo sabía que nos identifica como peruanos, apurimeños y abanquinos.
Yau yau, puca polleracha (bis)
Imatan ruhuanqui chaqyay ucupi
Aichata ruhuanqui saray ocupi.
Mamayquimasi Huillaycamusaq
taitayquimansi huillaycamusaq
saray ujupi ruasqaiquita.
saray ujupi Qoospasqaiquita.
Y
luego su padre:
Abanquinita
color de la luna,
abanquinita, color de la perla,
ojitos negros, nariz perfilada,
cara redonda lunarejita.
Zoraida
se dijo en sí misma:”Ellos son mis padres y canta en quechua sin vergüenza”
pero al observar por sus alrededores, a algunos jóvenes que se reían y murmuraban diciendo - “oye - ¿Qué está diciendo?… ¿has entendido?
jajajaja…. Comprendí en ese momento que nadie respeta nuestro idioma ancestral, peor
aún nosotros los jóvenes desconocemos el valor que tiene y pensamos en aprender
el inglés, el chino mandarín u otras lenguas antes que nuestra propia lengua
milenaria. Qué pena, me dije a mis adentros. Y seguí pensando ¿pero… que sucede
en nuestra tierra?...Quizá nos globalizamos demasiado o seguimos esa
“diversidad” y para nosotros es algo natural
y no lo tomamos como una ley si no
como un privilegio.
Cuando
hubo terminado de razonar sus padres ya habían bajado del escenario. Zoraida,
orgullosa de ellos los fue a abrazar y juntos se fueron a degustar entre los
diferentes platos típicos que prepararon las paisanas del lugar. Era increíble
la gama de platos típicos del lugar, gracias a la diversidad. Pudimos encontrar:
el timpus, los pucheros, los tamales, choclo con queso, mazamorra de quinua,
mazamorra de tuna, tallarín de casa con su rocoto, entre otros más
tradicionales.
Luego
empezó la YUNZA ¡Qué hermosos árbol¡.
Ese árbol que era muy diferente al de la ciudad, estaba vestido de peras,
tunas, manzanas duraznos, de capulíes, nísperos, aguaymantos, entre otros…, ASI ERA
SU ARBOL, LLENO DE LAS FRUTAS, CAMPESTRES¡¡¡.
Todos
empezaron a bailar, Zoraida no pudo aguantar mover el cuerpo con su tierra de
Abancay y se metió a la ronda, todos
mostrando mímicas y gestos con sus brazos moviendo las polleras de un lado a
otro y…, ese zapateo, muy diferente a los demás y todos al compás de los
tradicionales instrumentos, saliendo polvo de la tierra y los botines polvorientos
de tanto zapatear. ¡Eso si es realmente
festejar los carnavales tradicionales de
la tierra de Abancay, tierra Primaveral.
Después
de esa alegría, alguien dio el aviso de que se acercaran al lugar llamado el
morro. Zoraida y su madre corrieron al lugar y al llegar escucharon…tres, dos, uno…!ya!,
Y salieron
como cohetes seis caballos, con sus
monturas y cinturones, y encima de ellos
varios hombres, y Zoraida dio un grito de emoción:… era su papá ¡Papá!, ¡Papá! ¡Gana
la carrera!. Y todos gritaban para que gane su favorito. ¡Realmente en el campo
la gente se llena de alegría completa …., gritando, riendo , bailando.
En
ese momento, una autoridad muy elegante hablo: “Así, como nos hacemos llamar
Abanquinos Piquisiquis, pues actuamos como tal, que nos pique las pulgas…. ya
saben dónde (todos rieron) y estemos inquietos por hacer algo de valor por
nuestra tierra”. Cuidemos nuestros ríos , nuestros árboles. Papachas ¡no talen!,
Mamachas, ¡no quemen! Tengamos limpios, nuestros bosques ¡ .
Zoraida quien escucha muy atentamente, se puso a
gritar: “tierra amada ¡Apurimac! ¡Abancay! Te llevo en mi pecho con un gran
respeto, y amor”, y prosiguió hablando:
- “Director,
autoridades y Abanquinos ¿Qué estamos haciendo, siempre es lo mismo? “…,
costumbres y tradiciones… Pero ¿qué pasa? con nuestras costumbres? ¡Dónde está nuestra diversidad turística,
nuestros patrimonios culturales, ganaderos y mineros! ¿hacemos algo por
preservarlos?
En
eso pensé: “Nuestro tayta cerro de Quisapata, cuando quieren lo queman, talan
los arboles. Y entonces ¿QUÉ HABLAMOS LOS ABANQUINOS? Si somos
nosotros los que quemamos y matamos nuestro patrimonio cultural y
nuestra diversidad. ¿Conocemos los
jóvenes nuestra historia? ¿Respetamos nuestras costumbres?...y entonces “¿Qué
hablamos los abanquinos? Si no respetamos nuestras tradiciones y costumbres.
K'antu