Un ser humano no puede dejar
de rendirse a los pies
de un sentimiento rojo;
que te atrapa cual respiro
de un simple movimiento,
un simple sentimiento.
Todos somos esclavos
de lo que nos gusta,
queriendo o sin querer
nos rendimos ante él.
Todos somos esclavos
de ese dulce placer.
Placer que hace sufrir
y llorar y hasta agonizar,
decaer e incluso morir.
Esa muerte es una espera
que mantiene viva mientras
dura la fe y la esperanza.
Donde sólo salen victoriosos
los que son correspondidos,
mientras los que no gozan
de esa enorme dicha...
Caen muertos en la espera
de ser bien correspondidos.
María Gabriela Saavedra Gamboa
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