Una mañana al ver
por mi ventana,
observé el cálido
aroma de una persona.
No sabía quien era
no sabía como era
pero un día se me acercó
y me dijo:
Sé hija de Dios y
nunca del pecado.
Sé hija del amor y
nunca de la envidia.
Se hija de la amistad
y no de la hipocresía.
Keiko Condoori Gomez
No hay comentarios:
Publicar un comentario